jueves, 11 de diciembre de 2008

La ridícula teoría de dividir para producir más que acabó con los Lakers


Los Lakers ganaron tres anillos consecutivos entre la 99-00 y la 01-02. Podrían haber seguido repitiendo hasta la actualidad con la dupla Shaquille O'Neal-Kobe Bryant y otros jugadores de calidad de complemento. Pero estalló la guerra civil entre las dos estrellas, la convivencia se hizo insoportable y todo saltó por los aires provocando el fin de una era y el divorcio final entre Shaq y Kobe.

El ahora pívot de los Suns, ya cerca de la retirada, ha ofrecido la última explicación de lo que sucedió entonces en Lakerland. "Creo que todo estuvo diseñado por Phil Jackson. Si lo piensas, nunca nos llamó a los dos a la oficina y nos dijo "Callaos de una vez y dejadlo estar". Nunca lo hizo en cuatro años. Nunca hubo un careo. Siempre era por separado, me diría una cosa y otra al otro y otra a otro... Él sabía que yo me iba a enfadar cuando leyese algo que no me gustaba y que Kobe saldría muy motivado a jugar tras leer algo que no le gustase", explica.

Phil Jackson, técnico angelino confeso seguidor de la filosofía zen, aplicó una teoría ciertamente sibilina: crear camarillas, fomentar las diferencias y los piques internos con la ridícula idea de que así se sacará lo mejor de cada uno. Crear divisiones internas va en contra del interés general.

La selección española de baloncesto ha demostrado que aplicando una filosofía totalmente contraría se logran los mejores resultados. Si se antepone el interés del grupo al propio, se fomenta la unidad, el compañerismo, la solidaridad, la confianza, el respeto y se procura que todos estén felices, cómodos y a gusto, el resultado será infinitamente mejor. Una medalla de oro mundial, una plata europea y una olímpica — y 6 medallas con 5 seleccionadores distintos en los últimos 10 años— son la mejor prueba de ello. Hay que aprender de los mejores. Es cierto que Jackson ha ganado nueve anillos de campeón e la NBA, pero siempre ha sido cuando ha tenido a los mejores jugadores del momento: ganó seis anillos en los Bulls con Michael Jordan y Scottie Pippen (y compañía: Kerr, Kukoc, Rodman etc) y tres en los Lakers con Shaq y Kobe (y compañía Fisher, Robert Horry, Fox, Shaw...).

Ahora, años después y con Gasol de amarillo, los Lakers se postulan como los grandes favoritos al anillo de campeón. ¿La receta del éxito? Kobe Bryant, MVP de la NBA, ha aprendido que él solito no ganará nunca la NBA y que necesita un grupo fuerte alrededor que le ayude; la llegada de Pau Gasol, un All Star que asume que Kobe es el líder; un Lamar Odom que acata la decisión de su rol de suplente pero con papel importante; la irrupción del joven Andrew Bynum, que busca aprender de Pau y Kobe; y un 'supporting cast' que llaman en EEUU (grupo de apoyo) con jugadores de calidad que podrían ser titulares en otros equipos como Vujacic, Ariza o Jordan Farmar. Y como telón de fondo el empeño de Kobe en fomentar las cenas de equipo y demás tras la gran idea que tuvo Lamar Odom al incio de la pasada campaña: contratar un cocinero para que le hiciese la comida tras los entrenamientos en el pabellón. Poco a poco el resto de los compañeros se fueron sumando a comer en el pabellón y así, sin darse cuenta, los jugadores fueron conociendo mejor a sus compañeros, a las personas con las que convivían y esa química se trasladó a la cancha logrando resultados inmejorables.

2 comentarios:

FAH dijo...

Totalmente de acuerdo, Eduardo. Como dice un proverbio: "Si quieres ir rápido, ve sólo; si quieres llegar lejos, avanza con otros".

Con el traje de "llanero solitario" las posibilidades de éxito son limitadas y si ocurre será "casual" y no "causal", "puntual" y no "recurrente".

Todos tenemos carencias, limites y taras que necesitamos compensar con las fortalezas de otros miembros de la organización: "Coming togehter is a beginning; keeping together is progress; working together is success" (Henry Ford).

salu2.

Ricardo Colomo-Palacios dijo...

Del post de Eduardo creo que hay, al menos dos reflexiones interesantes.

En primer lugar creo que es importante comprender la necesidad del gestor de sacar el mayor partido posible a su equipo de trabajo. En este caso, parece que el entrenador angelino sólo parece conseguir sus objetivos si cuenta con una materia prima de extrema calidad. Y aquí, quizá hay que comparar esta necesidad con el enfoque de Dirty Dozen (Doce del patíbulo) en la que Lee Marvin forma un exitoso grupo de élite con los "despojos" del ejército americano... El gestor se concibe como un maximizador de las capacidades.

En segundo lugar, la estrategia de armonización de los grupos es otro de los puntos interesantes en la aportación de Eduardo. Y aquí, creo que se debe huir de las reglas. Cada equipo humano tiene sus mecanismos de motivación y es necesario conocerlos y aplicarlos en función de la circunstancia. No se debe recurir al manual ni a la creencia. No hay recetas. Sólo observación. Sólo análisis. Sólo... gestión.

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