jueves, 30 de abril de 2009

La experiencia como factor de equilibrio


Indicaba Bacon que nada se conoce con profundidad si no es por medio de la experiencia. En el mundo del fútbol, en el que la ventana de la experiencia se adquiere tras, en el mejor de los casos, quince años de andadura profesional, son pocos los que pueden hacer cohabitar su madurez vital con la futbolística. De esta forma, muy pocos futbolistas alcanzan la cuarentena en la élite. Y el caso es que, este desprecio al conocimiento, en algunas ocasiones, se me antoja como un desperdicio inadmisible.
En el gremio de los porteros, la peculiaridad de su demarcación ha propiciado una importante cantidad de ejemplos significativos. El italiano Dino Zoff ganó el mundial del naranjito con 40 años, el jugador con más edad que ha ganado el trofeo, y se retiró un año después tras perder la final de la Copa de Europa con la Juventus frente al Hamburgo por 1-0, gol de Magath (aquel fue también el último partido con la Juve de Roberto Bettega). El norirlandés Pat Jennings, aquel guardameta de peinado escalonado del Tottenham y el Arsenal, defendió la portería de su país durante 22 temporadas hasta su retirada, tras mundial de Méjico 1986, con 41 años. Peter Shilton se excluyó de la selección inglesa poco antes de cumplir los 41 años tras el mundial de 1990, aunque siguió jugando una temporada más en el Derby County. Albertosi, el portero cuatro veces mundialista del Milán envuelto en el escándalo totonero, fue suspendido en 1980 cuando ya había cumplido los 40 años. Bell, que compitió con N’Kono durante años por un puesto en la selección, jugó el mundial de EE.UU. para Camerún contando ya 40 años. Más recientemente Ballota del Lazio ha jugado un partido de la champions con más de 43 años…
Las mayores exigencias físicas de los jugadores de campo no han sido óbice para que muchos futbolistas hayan rendido después de los cuarenta. Dejando de lado el caso de Sir Stanley Matthews, que jugó hasta los 51 años, el camerunés Milla resulta prototípico. Roger Milla ha sido el jugador de más edad que ha marcado en los mundiales de Fútbol, al anotar en 1994 el gol del honor frente a Rusia (6-1). Cuatro años antes, con 38 años, Milla había sido la estrella en Italia 1990 de Camerún, que alcanzó los cuartos y cayó ante Inglaterra. Milla fue elegido en 2006 el mejor jugador africano de los últimos cincuenta años. Otros ejemplos de longevidad son Puskas (fichado por Bernabéu con varios kilos de más y en la treintena), el propio Di Stéfano o más cercano en el tiempo, Romario. Costacurta ha sido otro de los paradigmas. El defensa milanista ha sido el último testigo del Milán victorioso de finales de los ochenta. Es el futbolista de campo de mayor edad que ha disputado un partido de Champions, contra el AEK en Noviembre de 2006, contando 40 años y 211 días. El Milán, en aquella temporada conquistó la Champions, lo que le convierte también en el campeón más veterano.
Hasta hace poco tiempo, la favorable coyuntura económica posibilitaba el desprecio de muchas organizaciones por la aportación de los trabajadores de más edad. Ahora, con el cambio de ciclo económico, las cosas parece que han mutado de forma significativa. Las otrora abultadas indemnizaciones y multitudinarias jubilaciones anticipadas se ponen ahora en tela de juicio. Sin embargo, esta circunstancia no parece representar un súbito aprecio por la experiencia, sino más bien una repentina preocupación por las arcas públicas y privadas… Muchos buenos aficionados al fútbol podrán afirmar que para el Calcio, por ejemplo, esta apuesta por la veteranía ha supuesto una pérdida de pujanza. Otros pueden argüir que dicha apuesta, a su juicio un tanto forzada, es fruto de su propia crisis y de su inercia. Yo creo que las organizaciones deben ser, en esencia, naturales. Olvidar las modas y desarrollarse con su capital humano. Comprender su evolución y juzgar su aportación en función de aspectos intrínsecos y extrínsecos, pero también decidir de forma determinada en función de sus objetivos. En resumen, encontrar el equilibrio.
Quizá la aportación de los veteranos para los grupos humanos puede ser resumida a partir de la descripción del papel de Zoff en el mundial del naranjito que realiza Paolo Rossi, máximo goleador de Italia en aquel campeonato “Zoff fue el jugador más importante. Era el que representaba al equipo en esencia. Un ejemplo para todos nosotros”.

martes, 28 de abril de 2009

Competitividad: Petrovic vs Sabonis


Creo rotundamente, que si un equipo quiere conseguir resultados debe inculcar a sus miembros un espíritu competitivo, y en el momento económico actual mucho más especialmente. Porque todo lo competitivo lleva a reacciones positivas y hace que la persona encuentre un motivo de superación y satisfacción personal, lo que tiende a producir una mayor atención y estímulo en el trabajo.
La persona competitiva denota el interés en hacerlo mejor que el otro. Si queremos ser competitivos para obtener buenos resultados y ganar debemos ayudar a nuestra gente a desarrollar su creatividad, intuición, inspiración, espontaneidad, además de desarrollar su personalidad, que sean ellos mismos. Pero sobre todo hay que conseguir para ser competitivos el que asuman responsabilidades, y ellos nos llevara a que transmitan una gran seguridad y confianza dentro del grupo de trabajo, haciéndonos mentalmente fuerte, además de conseguir que se tenga un compromiso con el equipo. Esta es la base para lograr esos objetivos que a veces nos parece imposible.
Os voy a poner el ejemplo de dos deportistas, a los que he tenido la oportunidad y el orgullo de entrenar, para que veáis las diferencias que provoca la competitividad en un jugador y su impacto en el equipo. Dos jugadores con grandes diferencias técnicas e inclusive de fama, pero donde ambos pusieron a disposición del equipo todo lo que hemos expuesto anteriormente, SU COMPETITIVIDAD, para bien del resultado final.

La Selección que yo entrenaba en el Eurobasket de Francia se tuvo que enfrentar a la temible Lituania en cuartos de final. En ella jugaba Arvydas Sabonis 220 centímetros uno de los mejores pivots de todos los tiempos. Por nuestra parte, pensamos que la única baza que teníamos para defenderle era Iñaki de Miguel, un pivot de apenas 2,05, pero rápido y muy correoso. De Miguel, contra todo pronóstico hizo un gran partido y consiguió descentrar y secar a Sabonis que sólo fue capaz de anotar 2 puntos. Cómo sería la desesperación de Arvydas que cada vez que pasaba al lado de nuestro banquillo me decía “¡¡¡Lolo, quítame de encima a este #@%&€!!!”.

En uno de los partidos más memorables de los 80 el Real Madrid de Petrovic y Martín nos enfrentamos al Snaidero Caserta de Oscar Schmidt Becerra en la final de la Recopa de 1989. Becerra nos hizo un roto anotando la friolera de 44 puntos, y como Fernando Martín tenía una mano lesionada, en uno de los tiempos muertos del principio de la segunda parte le dije a Drazen Petrovic que nuestra única baza es que tomara las riendas del partido en su faceta anotadora. Y su reacción fue ¡anotar 62 puntos! gracias a los cuales ganamos el partido,…bueno, gracias también a la defesa implacable que hicimos sobre el equipo italiano.

¿Veis la diferencia entre la actitud de Petrovic o De Miguel y la de Sabonis? ¿Veis los resultados que se consiguen con gente competitiva, independientemente de su talento? La competitividad hace que nuestras personas se crezcan ante las dificultades, que no se rindan, que se levanten cada vez que se caigan, que busquen soluciones, que consigan ventas donde otros no lo logran… Tenemos que inculcar competitividad en nuestros equipos, tenemos que apostar por objetivos exigentes pero alcanzables, no caer en la autocomplacencias y promover la autocrítica que nos permita seguir mejorando cada día.


Aquí dejo mi reflexión y le pido a mis compañeros de blog expertos en la empresa Paco, Ricky, Eugenio… que nos digan como poder hacerlo.

jueves, 23 de abril de 2009

Las claves de la recta final


La liga dura aproximadamente 9 meses, y en su actual composición en España, se juegan 38 partidos. Pues bien, normalmente casi todos los años se decide lo más importante en los últimos 8 partidos, es decir, estamos en este momento, entrando en el tramo decisivo de nuestra liga.
Analicémoslo con las cifras de este año cuando quedan por disputar 24 puntos:
- Entre el primer y segundo clasificado hay tan sólo una diferencia de 6 puntos.
- Hay cinco equipos con un máximo de 6 puntos de diferencia, que se juegan su participación en la Champion.
- 6 equipos con una diferencia máxima de 9 puntos se juegan su participación en la UEFA.
- Hay 11 equipos que pueden verse implicados en el descenso, siendo la diferencia entre el mejor clasificado y el equipo que hace el corte, de 6 puntos.
Parece que las cifras nos dan la razón. Durante 8 meses hemos dicho, escrito, publicado, miles de comentarios sobre éste, y este otro equipo, sobre qué bien o qué mal estaba tal equipo, pero machaconamente uno y otro año, es el tramo final el que pone a cada uno en la posición definitiva de la clasificación de la liga.
Hablaremos en las próximas jornadas de victorias heroicas, de remontadas de leyenda, de salvamentos in extremis, etc… Esta es la hora de la verdad, y lo más importante es llegar en este momento con ilusión y fuerza para cumplir nuestras metas.

Nada está perdido ni ganado, todo está por decidir y lo que pase a partir de esta jornada configurará la clasificación final.

La victoria de la Liga, la clasificación para la Champion o la UEFA, el descenso a segunda, están en juego y cualquier equipo está en el momento, en el que, independientemente de lo pasado hasta hoy, es posible matemáticamente modificar el resultado final, teniendo en cuenta que todos están sujetos a la victoria, al empate o la pérdida.

Es la hora de que las aficiones olviden los malos momentos y apoyen a sus equipos, con todo su entusiasmo, por encima de cualquier otro sentimiento o deseo.
Que los entrenadores motiven y empujen a la pelea a sus equipos, haciéndoles ver que nada está perdido o ganado y que todo se puede conseguir si desde hoy trabajamos unidos y con ilusión.

Que los jugadores se esfuercen al máximo en demostrar lo mejor que tienen como futbolistas y como personas, no decaigan hasta el minuto siguiente a que el árbitro pite el final del encuentro, que no den un partido por perdido, aunque se enfrenten al mejor clasificado y se queden sólo con 9 jugadores. Que no den una pelota por perdida. Que se cuiden al máximo, durante los días que quedan hasta el final de la temporada, su preparación física y su concentración en la victoria. Que ayuden en el vestuario a levantar el espíritu de lucha, o las ansias de ganar, y la confianza en poder hacerlo.
Si un equipo consigue juntar todos esos elementos, estoy seguro que conseguirá su meta.
Esto sucede con frecuencia en el mundo empresarial de forma parecida, nunca nada se puede dar por perdido o por ganado.
Todos los años se establecen ranking y todos los años por arriba y por abajo se producen modificaciones, algunas esperadas y otras no.
Es el esfuerzo, la disciplina, el rigor, la constancia, el trabajo en equipo, etc., es decir la aplicación recurrente de valores, de validez universal, lo que acaba haciendo la diferencia.
En el mundo empresarial también se puede en el último trimestre, cambiar, mejorar o empeorar, el resultado de un ejercicio, hay que cortar en un momento determinado para abordar el último y definitivo tramo. ¿Es mejor mantener desde el principio el nivel necesario?, sin duda, pero es en último tramo, en dónde si nos despistamos perderemos el “título”.
Vivamos estas apasionantes jornadas que nos quedan de esta temporada, y cuando acabe, asumamos el resultado.

Pensemos que el éxito y el fracaso, son igual de traidores y hay que tratarlos de la misma forma, con humildad y pensando siempre que… inmediatamente comienza una nueva competición en al que podemos cambiar nuestra actuación y seguir luchando en busca del resultado deseado.

viernes, 17 de abril de 2009

Rafa Muñoz: Guerra al cortoplacismo


La semana pasada el nadador Rafael Muñoz pasó a ser portada de todos los periódicos, deportivos y generalistas, y tras conseguir batir el record del mundo de natación en la modalidad de los 50 metros mariposa dos veces en la semifinal y en la final. El andaluz, de 21 años, superó una barrera más y miró de reojo a las grandes citas, a las que España antes sólo iba a participar. Muñoz paró el cronómetro en 22.43 segundos cuando llegó al final de la piscina y también paró los corazones de los seguidores que llenaron el Centro Acuático de Málaga.

Pero el cordobés superó su propia hazaña cuando igualó la marca que Michael Phelps había hecho en la final de los Juegos de Pekín de 100 mariposa 50"58, la segunda mejor de la historia.
Más allá del debate sobre la utilización de los bañadores de la firma italiana Jacked y el impacto que está teniendo en la natación, me gustaría centrar nuestra reflexión sobre el éxito y el cortoplacismo, y me explico.
Muñoz ha trabajado durante años duramente, se ha entrenado hasta la extenuación en España y en Francia, ha sido doble campeón continental júnior y doble medallista en los europeos ¿Y cuántos habíamos oído hablar de él? ¿Cuántos patrocinadores le han apoyado? ¿Quién ha creído en su potencial?
Ahora tras batir el record del mundo y ante la posibilidad de poder hacer frente al sobrehumano Phelps el país entero le mira, las empresas hacen cola para ser sus patrocinadores, para recoger las mieles de su éxito, por supuesto sin el sudor y las lagrimas que le ha llevado hasta aquí.
Esta circunstancia se repite día tras día en la sociedad, en las empresas y en la política. Se buscan los resultados a corto, los objetivos trimestrales, cumplir con las valoraciones de los analistas financieros, alcanzar los bonus del año, ganar las próximas elecciones… cueste lo que cueste. Es raro encontrar ejemplos que apoyen el trabajo continuado, los proyectos a largo plazo, la construcción sólida. Parece que la filosofía del “tente mientas cobro”, es decir, exprimamos al máximo el hoy y el que venga detrás que arree, es la máxima con la que los directivos y políticos diseñan sus estrategias.
Este modelo está limitando el desarrollo de nuestras empresas y de nuestra sociedad. Es evidente. Nos echamos las manos a la cabeza cuando los directivos de AIG, tras recibir ayudas estatales para impedir que quiebre la compañía, se dan a sí mismos unos variables estratosféricos, pero ¿nosotros creemos en construir futuro? ¿En nuestras organizaciones jugamos como los nuevos y ansiosos patrocinadores de Rafa Muñoz o promovemos, premiamos y favorecemos que se construyan proyectos, ideas, compromisos más allá de la cuenta de resultados de ese año?

jueves, 9 de abril de 2009

El fútbol es la juventud eterna

“El fútbol es la juventud eterna”, decía hace poco Paolo Maldini (Milán, 1968) en una entrevista. Dentro de poco, el día 31 de mayo, colgará las botas y dará su adiós definitivo al fútbol. Entrará en la historia del fútbol como uno de los mejores jugadores de las últimas décadas.

Perteneció al histórico Milán que gobernó Europa a finales de los ochenta y principios de los noventa con jugadores de enorme talla –Baresi, Gullit, Rijkaard, Donadoni, Tassotti, Van Basten, Ancelotti, Costacurta...– y capitaneados por el visionario Arrigo Sacchi. “Así se juega en el paraíso”, decía en cierta ocasión la Gazzeta dello Sport. El mundo se rindió a los pies de aquel equipo que le endoso un 5–0 al Madrid de la “Quinta del Buitre” en San Siro.

Muchas son las lecciones que podemos extraer de Paolo Maldini. Destacamos sólo algunas:

Lealtad: debutó en 1985 y todavía continúa en el mismo club: 24 años y más de 1.000 partidos, lo que en una época de lealtades frágiles y compromisos pusilánimes tienen un gran mérito. Para triunfar hay que sentir lo que se hace; tener un compromiso extraordinario con la causa; una entrega incondicional al proyecto del que uno forma parte. Sólo entonces se está en condiciones de hacer cosas grandes. Quien se deja seducir exclusivamente por cuestiones crematísticas puede rendir temporalmente, pero antes o después su esfuerzo queda en entredicho.

Ejemplo: Emilio Butragueño escribía de él: “En todos los sectores de la sociedad hay una serie de personas que por su ejemplo y manera de ser dejan un profundo legado a las futuras generaciones. Son aquéllas que engrandecen su profesión, la dignifican y la convierten en una escuela de valores aplicables a cualquier ámbito; su actitud, su comportamiento, su calidad humana, en definitiva, abren un camino que es seguido por los demás”. Ser un referente para otros significa ante todo predicar con el ejemplo e ir un paso por delante enarbolando la bandera. Como dice un axioma: Verba movent, exempla trahunt (Las palabras mueven, los ejemplos arrastran).

Discreción: a pesar de su trayectoria no es la estrella que más brilla. Eso demuestra como muchas veces hay gente que hace una labor callada, poco vistosa, pero tremendamente eficaz. Los éxitos son siempre colectivos y en la trastienda de cualquier logro importante hay mucha gente que pasa desapercibida pero cuya contribución es esencial. Michel, que sufrió sus marcajes, afirmaba de él: “Si se trata de ser grande, Maldini es uno de ellos. Una estrella atípica, sin Balón de Oro ornamental, pero con el galardón de la profesión. Un esférico más grande y relleno de reconocimientos nacidos del respeto”.

Estabilidad emocional: “Jugar en la ciudad en la que nací y crecí, en mi entorno, me da equilibrio. Si además el club responde a tus ambiciones, el matrimonio llega a infinito”, decía Maldini. Lo hemos dicho muchas veces: es imposible tener un buen desempeño profesional sin contar con una estabilidad personal. Si hay una palabra imprescindible en el ejercicio de las labores de gobierno es “equilibrio”. De otro modo, se suele acabar contrayendo ciertas patologías que no son nada beneficiosas en las tareas directivas y de cuyos comportamientos se ven damnificados los empleados.

Espíritu joven: cumplirá 41 años el próximo 26 de junio pero matiene la ilusión y las ganas de los inicios. Hay jóvenes viejos y viejos jóvenes. Es lo que en el mundo de la zoología se conoce como “neotenia”, que no es otra cosa que la capacidad de mantener ciertas cualidades de las especies más jóvenes en la edad adulta. Su compañero Kaká se hacía la siguiente pregunta: “¿Cómo es posible que este hombre, después de ganarlo todo, mantenga la motivación por llegar el primero a cada entrenamiento?”. Otra lección importante en tiempos de prejubilaciones desmedidas: cuidado con confudir edad con falta de ánimo. Hay bisoños blanditos que se vienen abajo a la mínima; y otros ya con arrugas que mantienen la fuerza y la garra.

Competitivo: los ganadores no se conforman con cualquier cosa. Quieren ganar siempre y cada logro conseguido necesita ser renovado por otro nuevo que le ayude a crecer un poco más. No admiten otro resultado que no sea la victoria y perder les produce alergia. El hambre por conseguir cosas se mantiene inalterable a pesar del transcurso del tiempo. Su currículum lo adorna 5 Champions League (sólo le supera Gento con 6) y otras 5 Supercopas de Europa, 7 Scudettos, 1 Copa de Italia y 4 Mundiales disputados: Italia 90, Estados Unidos 94, Francia 98 y Corea–Japón.

Trabajo en equipo: “¿Qué le ha enseñado el fútbol?”, le preguntaba un periodista. La respuesta es de ganador: “Que si sólo piensas en ti mismo, y no en los demás, nunca alcanzas objetivos”. Un proverbio sentencia: “Si quieres ir rápido, ve sólo; si quieres llegar lejos, ve con otros”. Señores, quien vaya de “Robinson Crusoe” por la vida sus posibilidades de éxito son muy limitadas. Todos tenemos carencias y límites que necesitamos compensar para armar un conjunto competente. No hay más.

Capacidad de aprender: no es un tipo que vaya por la vida creyendo que lo sabe todo, sino que es una esponja que se empapa de todos y todo. Respecto a sus entrenadores decía: “Lidholm me habló de la importancia de la creatividad, con Sacchi aprendí todo sobre la táctica y con Capello supe el verdadero valor de la mentalidad”.

Queda poco para su adiós definitivo para el fútbol. El fútbol llorará esta despedida. Para homenajearle, el Director General del club rossonero, Adriano Galliani, ya ha anunciado que se retirará la camiseta número 3 de la alineación del equipo. Enhorabuena Maldini por tu trayectoria y gracias por todo lo que hemos aprendido..

lunes, 6 de abril de 2009

Porteros y Turno político


El puesto de guardameta es un nudo gordiano para todos los entrenadores. A muchos les puede parecer de perogrullo, pero si juega un portero, no es posible que actúe otro. Y eso es un problema. Aunque no para todos los entrenadores, claro. Para Clemente, el cancerbero tiene su chance de jugar de extremo izquierda...
Dejando de lado los casos extraordinarios, es de dominio público que los entrenadores suelen apostar por un guardameta y la oportunidad para el segundo portero llega en caso de indisponibilidad del titular. No seré yo el que juzgué aquí esta política, pero, escarbando en los recuerdos he encontrado otras formas de gobierno de la cuestión. Al menos en un par de casos he encontrado una disciplina que quiero denominar “Turno Político”. Esta denominación, alude a la competencia de iguales establecida y mantenida por un largo periodo de tiempo sin una supremacía evidente de ninguno de los dos guardametas. Así, recuerdo la alternancia de Miguel Ángel y García Remón en el Madrid de los setenta y primeros ochenta y el “Turno Político” de Ray Clemence y Peter Shilton en la selección inglesa de aquellos años.
En la España resquebrajada del último tercio del XIX, Don Práxedes Mateo Sagasta y Don Antonio Cánovas del Castillo idearon el genuino "Turno Político". En esta peculiar forma de gobierno, los dos principales partidos políticos de la época, Liberal y Conservador, se sucedían en el poder con el propósito de preservar la maltrecha monarquía, y, según sus inventores, la paz y el orden. La variante futbolística presenta ligeros ajustes. Sí se reconoce la igualdad de los competidores, pero el turno está regido por eventos no temporales: lesiones, sanciones y momentos de forma.
Miguel Ángel fue un portero gallego apodado “El gato” que convivió desde la temporada 71/72 hasta la 85/86 con Mariano García Remón, portero madrileño del barrio del Retiro que recibía el sobrenombre de “El gato de Odessa”. Durante ese periodo, y aunque el gallego disfrutó de más minutos que el madrileño, se puede decir que ambos tuvieron una pugna amigable que distintos entrenadores (Molowny, Miljanic, Boskov, Di Stéfano y Amancio) explotaron para lograr las mejores prestaciones en la portería madridista. En aquellos años el club blanco conquistó 6 Ligas, 4 Copas y 2 Copas de la UEFA. A la pugna por el puesto, desde la temporada 1980/81 se unió Agustín, quien, por mor de una lesión de García Remón, actuó en la final de la Copa de Europa que el Madrid “de los García” perdió contra el Liverpool en 1981. A mí el que más me gustaba era Miguel Ángel. Frente a la mayor sobriedad de García Remón, Miguel Ángel respondía con la agilidad y la rapidez, en la línea de porteros míticos como Ramallets, o más recientemente Ablanedo o Buyo. Jamás podré olvidar su parada en el Mundial de Argentina 1978 (por otra parte, de infausto recuerdo), desde mi punto de vista, la segunda mejor de la historia, tras la realizada por Gordon Banks ocho años atrás.
Precisamente el accidente de tráfico en el que Banks perdió un ojo dio comienzo, en 1973, al “Turno Político” de Ray Clemence y Peter Shilton. Shilton fue en este caso mi favorito. Debutó en la selección inglesa en 1970 de la mano de Alf Ramsey, cuando jugaba en First Division. Tras pasar por el Leicester City y el Stoke City siguiendo la estela de Gordon Banks, recaló en aquel flamante y sorprendente Nottingham Forest de Brian Clough. Allí conquistó las dos copas de Europa de 1979 y 1980. Tras el declive del Forest, se trasladó a Southampton y de ahí a Derby County, y luego a otros cinco o seis clubes más. En 1986 sufrió en sus carnes a Maradona. En Méjico. Es mejor pasar página. Se retiró de la selección tras Italia 90, ya algo mermado en sus cualidades. Iba a cumplir 41 años.
Clemence, por su parte, fue el portero de aquel glorioso Liverpool hasta 1981, y debutó en la selección cuando Banks aún estaba convaleciente. Ray Clemence fue fichado para el Liverpool por el gran Bill Shankly en 1967, y desde ese año hasta 1981, ganando en su último partido con los Reds la tercera Copa de Europa para los de Anfield y para sí. En aquel Real Madrid, que no alineó a García Remón ni Miguel Ángel, la portería la defendió Agustín. Desde 1981 defendió con brillantez los colores del Tottenham Hotspur con notables resultados. Sin embargo, Clemence terminó su aportación a la selección en 1984 siendo 61 veces internacional. Shilton, por su parte, continuó hasta 1990 alcanzando 125 entorchados. Ambos lucharon con brillantez por un puesto sin dueño predefinido. A buen seguro que si ambos no hubieran sido coetáneos, el número de entorchados hubiera sido mucho mayor.
En muchas ocasiones, las tradiciones nos impiden adoptar otras alternativas. Desde mi punto de vista, aquellas que hagan más partícipes a todos los miembros del grupo, son siempre las mejores. Aún cuando parezca que las alternativas son pocas.

viernes, 3 de abril de 2009

'Basketbolización' en el fútbol... ¿Y en la empresa?

"El grupo es bueno, hay compromiso de la gente que viene, implicación, no se nota el cambio de entrenador, hay sentido común y disfrutas viniendo aquí. La convivencia es magnífica. Si el equipo se lleva bien fuera del campo, las cosas funcionan dentro". Lo dice Xavi Hernández, motor del Barça y hombre clave de la Selección española de fútbol.

La Selección de fútbol me recuerda cada vez más a la de baloncesto, vigente campeona del mundo y subcampeona olímpica y de Europa. La Selección de fútbol se ha convertido en un grupo de amigos que disfruta estando juntos y haciendo lo que más les gusta. Se ha formado una piña, una gran familia y así todo es más fácil. Prima el respeto, el sacrificio por el compañero (yo acudo en tu ayuda cuando se va tu par porque sé que tu vas a hacer lo mismo por mi cuando te necesite), el espíritu de trabajo, la entrega, el compromiso, la implicación, la ilusión y el anteponer el bien del grupo al de uno mismo. Igual que en la de baloncesto, que nos desveló en Basuketoboru su receta para triunfar.

Con estas premisas todo es más fácil y se supera cualquier obstáculo. El último, como se ha visto, ante Turquía. La Selección tiene sello propio, un estilo en el que hay jugadores fundamentales pero cuya ausencia se puede suplir. Se vio en el Ali Sami Yen. Faltaron Iniesta, Cesc, Villa y luego se lesionó Senna. Dio igual, se sacó el triunfo adelante, con cierta fortuna, pero con otros jugadores dando un paso al frente. No fue un triunfo brillante, pero sí valioso por los 3 puntos que la clasifican virtualmente para el Mundial y porque se demostró la capacidad de trabajo del grupo para sacar adelante una situación complicada con el 'otro juego de la selección': menos vistoso y brillante pero efectivo.

Si la selección de fútbol ha triunfado inspirándose en los valores que ha transmitido la selección, ¿A qué espera la empresa para hacerlo también? Las premisas son sencillas y efectivas, pero para eso es fundamental que el jefe transmita confianza al grupo (trabajadores) y se la gane ya que esto no es algo que se otorga. Es clave fomentar el trabajo en equipo, la unión, la solidaridad, el respeto, el compromiso y la ilusión por una causa común. Contra la crisis, Basuketoboru

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