domingo, 18 de julio de 2010

Lecciones de un Mundial Inolvidable


Cuando sólo han pasado unos días desde la victoria de la Selección española en el Campeonato del Mundo de Sudáfrica y aunque todavía nos embriaguen sus recuerdos, podemos exponer algunas enseñanzas que, a mi juicio, nos ha dejado la trayectoria del combinado nacional.

La primera es que en esta vida la grandeza del éxito está íntimamente relacionada con el grado de dificultad encontrado en el camino. Para todos aquellos que pensaban que ya teníamos la Copa antes de viajar a Sudáfrica, les aconsejo que se pongan a jugar aunque sea un torneo de amigos para así comprobar que nadie regala nada.

La segunda es que, ante la adversidad (primer partido y derrota), la reflexión, la autocrítica, la confianza en el trabajo realizado y en los componentes del grupo es una necesidad. También en estos casos se demuestra el grado de cohesión del grupo, pues lo más fácil es que cada elemento se preocupe de salvar su trasero o desviar la atención.

La tercera, y esta es extensible a la empresa, es que cada partido hay que jugarlo sin perder la identidad pero adaptándose al entorno o circunstancias (Partido contra Chile o Paraguay). Lo más importante en estos casos es la meta, no el camino, aunque lógicamente sin traicionar sus principios.

La cuarta es el valor del equipo. Durante el campeonato y después en las celebraciones hemos podido observar cómo el núcleo más mediático (jugadores y técnico) destacaban y valoraban a médicos, fisios, utilleros, etc. Una máquina es perfecta porque todas las piezas funcionan sincronizadamente, sin importar el oropel social que se les conceda. Para ello es imprescindible que cada uno conozca su puesto, función y rol, términos parecidos pero que no lo son.

La quinta tiene que ver con el nivel de activación óptima, que podemos definir como el estado anímico donde nos sentimos capaces de lograr todo aquello que nos propongamos. Existe a dos niveles: individual y grupal. El primero tiene que ver con el autoconocimiento y la automotivación y le corresponde a cada uno entrenarlo y ejercerlo; el segundo se circunscribe a la temperatura emocional del grupo y el doctor es el entrenador, quien recetará motivación si el grupo está relajado (nivel por debajo de esa línea óptima) o relajación si el grupo está ansioso (nivel por encima de la línea óptima).
Estos conceptos del deporte son perfectamente exportables a cualquier área de la sociedad y a la vida misma.

La sexta se refiere a la humildad como mejor aliada del éxito. En todo el campeonato hemos podido ver imágenes, escuchar declaraciones y observar gestos en el equipo español que implicaban máximo respeto al rival y naturalidad en los momentos tensos (antes, durante y después de los partidos). Y como la competición es un claro espejo donde se refleja cómo eres en realidad, podemos aseverar que estos chicos y quienes les dirigen les sobra esa virtud.

La última, pero no la menos importante, es el liderazgo. En este sentido hemos podido observar cómo Vicente Del Bosque lo ha ejercido de manera silenciosa. Sin estridencias, sin rencor, sin gestos para la galería ha sabido transmitir serenidad, sentido común, reconocimiento constante a sus chicos, saber ponerse en un segundo lugar e incluso valorar la labor de su antecesor en la gran obra maestra lograda.

Como corolario, podemos asegurar que este equipo nos ha dado una lección a esta sociedad española que en los últimos tiempos ha estado más preocupada en parecer que en ser, que ha elegido el camino rápido del éxito y del dinero sin importarle dejar en el camino los valores y principios que ayudan a construir algo serio y sólido.

Por todo ello, muchas gracias CAMPEONES.

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