miércoles, 6 de abril de 2011

Delibasic o la necesidad de negociar como líder


Mirza Delibasic era un fuera de serie. Uno de esos jugadores elegantes por naturaleza que entendía el baloncesto como pocos, por eso yo siempre me refería a él como “el maestro”. Un tirador increíble capaz de llegar con facilidad a los 30 puntos por partido en una época en la que aún no existía la línea de tres puntos.


Os dejo un enalce a un recital de Delibasic contra el Barça, simplemente impresionante: http://www.youtube.com/watch?v=EdR6g1PllSw



A Mirza lo fiché en el Real Madrid en 1981 y con él conseguimos un Campeonato Mundial de Clubs, una Liga Española y quedamos Subcampeones en la Recopa. Sin duda era un jugador desequilibrante, pero conseguir que aportara todo su potencial al equipo no fue tarea fácil.


Cuando Delibasic llegó al Madrid lo hizo ya con 26 años, y tras una racha espectacular de títulos con la selección Yugoslava: dos Campeonatos de Europa, un Campeonato del Mundo y una Medalla de Oro en los JJOO de Moscú. Es decir era un jugador ya hecho, con experiencia y gran rodaje. Con todo lo bueno que eso tiene, pero también con la parte negativa que conlleva.


Dentro de ese “lado oscuro” Mirza tenía un gran vicio que mermaba su gran capacidad de juego: fumaba como un carretero (¡Casi dos cajetillas diarias!), como la mayoría de yugoslavos en aquella época. Sí, algo que parece poco propio de un deportista, pero que es mucho más habitual, antes y ahora, de los que os imagináis. En el caso de Delibasic, el tabaco ya empezaba a pasarle factura físicamente, y minimizaba su capacidad para marcar la diferencia.


Consciente de esa situación decidí hablar con el seriamente para tratar de buscar la mejor solución para el equipo. Lejos de imponer una posición tajante y de exigirle que abandonara radicalmente el tabaco, postura terriblemente ineficaz con un hombre como Mirza (y creo que con la mayoría de los yugoslavos), decidí buscar otra alternativa.


Traté de convencerle de forma objetiva, y con datos, del mal que estaba haciendo el tabaco a su juego, pero él por su parte me explicaba de modo muy vehemente que no podía vivir sin fumar. Ante dos posiciones diametralmente opuestas, encontré un camino, quizás el menos malo, o quizás el mejor posible: yo le dejaba fumar 6 cigarrillos al día, dos después de cada comida, y él se comprometía a no fumar en ningún otro momento.


Este compromiso tan poco habitual lo comenté y consensué con el resto del equipo: necesitábamos a Delibasic para conseguir nuestros objetivos y sin flexibilidad y generosidad por parte de todos no lograríamos que aportara a su nivel. El equipo estaba de acuerdo en hacer una excepción en las reglas. Sólo en este caso, sólo para Mirza. De hecho el equipo incorporó una nueva rutina a su día a día. Tras las comidas Delibasic levantaba la mano y me decía “Lolo, me encuentro un poco mareado, ¿Puedo ir un momento a tomar el aire?”. Tras lo cual corría a fumarse los cigarrillos pactados… o puede que alguno más.


Una anécdota muy divertida ocurrió en un partió al que nos acompaño un directivo del club muy entrañable y también muy mayor. Este hombre estaba comiendo con nosotros, cuando como era costumbre Mirza me hizo la pregunta de rigor. Yo sin darle ninguna importancia le di permiso para salir. De repente este anciano hombrecillo, tras mirarnos con indignación, se levantó y dando un fuerte puñetazo en la mesa gritó “¡Qué clase de equipo es este! ¿Es que nadie va acompañar a un jugador que se encuentra mal?”. Me faltó tiempo para convencerle con alguna excusa improvisada al tiempo que enviaba al médico a “auxiliar” al pobre de Delibasic.


Creo que este caso muestra una de las cualidades imprescindibles de un buen líder: la capacidad de negociación. La empatía, la apertura de mente y la capacidad de buscar e idear soluciones no escritas son elementos fundamentales para negociar, pero la generosidad y la flexibilidad son valores imprescindibles para poder llegar a hacerlo.


Cómo dice mi buen amigo José Ignacio Rivero, presidente de Tatum y compañero de este blog, no se trata de lograr que mi idea sea la que se ponga en práctica, sino de encontrar la mejor solución para el equipo. Y para lograrlo, por mi experiencia, es necesario hablar mucho y escuchar aún más, es necesario ser generoso y estar abierto a las posturas de los demás, es clave ser capaz de ponerse en los zapatos del otro y tener una cintura más ágil que la del propio Delibasic para poder encontrar puntos de encuentro.


Si quieres dirigir un grupo aprende a negociar, si quieres ser un buen líder trabaja tu generosidad y tu cintura.

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